Sobresalir artísticamente en un país pequeño puede parecer una tarea difícil, y más cuando hablamos de música en pleno siglo XXI. La realidad es que lo anterior pierde veracidad cuando vemos a grandes exponentes latinoamericanos surgir de la tierra que los vio nacer y mantener el éxito a pesar de las adversidades en el campo (como es el caso de Silvio Rodríguez o Jorge Drexler).
Jorge Drexler, músico uruguayo de folk, pop y rock alternativo. |
Entonces, ¿cuál es el problema con los músicos costarricenses?
En realidad, el problema no es la música, sino la educación cultural de sus consumidores. Aunque no podemos negar que parte del éxito de los músicos anteriormente mencionados se debe a las oportunidades que éstos tuvieron para desarrollarse fuera de su país, sí podemos estar seguros que el apoyo que recibieron, tanto en su ubicación espacial como temporal, supera por mucho al apoyo histórico que han recibido las bandas y artistas nacionales de nuestro país.
Bien, pero, ¿el problema dónde está? No podemos responsabilizar a un país entero por no apoyar el arte, ¿o sí?
Siendo sinceros, el problema no está en la baja cantidad de personas que apoyan la música que nace en este país, sino que, de esa baja cantidad, el mayor porcentaje se enfoca en géneros y obras que salen completamente de nuestros márgenes culturales.
Ganoza B, artista urbano costarricense. |
¿Y eso está mal? ¿Apoyar un género que no nació en el país?
Obviamente no, pero empieza a ser perjudicial cuando éste opaca a la música que verdaderamente nos identifica (o debería identificarnos).
Veamos un pequeño ejemplo con dos piezas completamente contrastantes. Para no terminar con un trago amargo, empecemos por realizar una pequeña crítica al artista nacional Lil Quil (que en paz descanse).
«Pichota» fue una canción hecha por el artista urbano Lil Quil en el año 2013. Aunque parte de su éxito no fue más que sátira debido a lo explícita que es su letra, la fama que obtuvo en su momento superó por mucho a la de otros artistas que empezaron a surgir durante ese año (como era de esperarse). No se trata de si el país cree que Lil Quil merece un grammy latino o si «Pichota» debería ser el próximo himno nacional, sino que a partir de un tema compartido en son de burla, se le empieza a dar fama a este tipo de contenido, generando de esta forma una normalización que con el tiempo se vuelve sinónimo de éxito. ¿Para qué voy a esforzarme en componer una canción que tendrá un alcance de máximo mil personas, si puedo tomar un beat de internet, agregarle una letra misógina y alcanzar las casi dos millones de visitas?
No es necesario ir tan lejos. Después de todo, el éxito musical no es lo más importante, pero si empezamos a comprender el daño que genera este tipo de música a nuestra cultura, podemos asimilar el por qué está tan mal volverla famosa.
¿Y qué pasa con la libertad de crear y escuchar lo que nos gusta?
La gran mayoría de gustos en cualquier ámbito surgen de la estimulación. Nos gusta aquello a lo que estamos acostumbrados o que adquirimos desde que somos pequeños. No está mal disfrutar de Bad Bunny mientras apreciamos las obras de arte de Van Gogh. El problema radica cuando invisibilizamos el trabajo duro; la música que nos invita a pensar; el arte que transciende, que critica, que marca un antes y un después.
Los Prisioneros, grupo de rock chileno caracterizado por impulsar la crítica social a través de sus letras |
La mera popularidad que adquiere en el país la música urbana con letras vulgares (vulgarmente hablando) se debe a la falta de cultura que han ido desarrollando sus oyentes durante los últimos años.
La falta de inversión en el arte, la presencia de un único género en todas las radios, el bajo deseo de introspección a una obra artística y el minimalismo musical que sufrimos desde hace algunos años, son consecuentes para enfrentarnos a una Costa Rica donde la música se volvió un tema de gente culta, cuando desde la época de los aborígenes ha significado todo lo contrario.
Pero bueno, no todo es terrible.
Así como en el país existen muchos artistas que reciben un apoyo superior (al que no llamaremos desmerecido, porque tampoco somos los jueces de la música), hay algunos otros que marcan la diferencia a pesar de conservar la esencia de la música costarricense.
Malpaís es un claro ejemplo de ello. Un grupo que se ha logrado posicionar entre la juventud costarricense, y volverse uno de los más éxitosos y aclamados dentro del entorno de festivales universitarios.
Una de sus obras menos conocidas es «Retratos de un país inédito», la cual plasma los más bonitos paisajes de Costa Rica a través de su música. No solo respeta la cultura del país utilizando sonidos clásicos de la música cultural centroamericana, sino que además relata versos que dan identidad al sonido y trascienden entre los temas clichés acerca del amor y desamor (aunque esto en realidad nunca ha caracterizado al grupo).
Lamentablemente, la canción apenas y supera las diez mil reproducciones, como la mayoría de buenas obras producidas a nivel nacional (y eso recalcando lo exitoso que es el Grupo Malpaís en la actualidad).
Entonces, ¿concluimos que el país carece de interés cultural y que lo único exitoso es aquello fácil de hacer?
No, esa no es la idea. El objetivo de esta entrada es proponer la búsqueda de mayor interés por el arte musical nacional. No somos nadie para limitar el éxito que puedan tener Lil Quil, Bloke o Ganoza B, pero sí incentivar a que con las mismas ganas que escuchamos una de estas canciones para bailar, para entretenernos o simplemente porque nos gustan, también le demos una oportunidad a otros artistas que componen piezas muy buenas pero que nadie les presta atención. Lo mismo pasa en otras áreas, pero tampoco vamos a desviarnos mucho del tema.
Remodelar la cultura costarricense está en nuestras manos. Así como el reggaeton trascendió gracias a las radios, las discotecas y los barrios con muchos parlantes a todo volumen, podemos empezar a compartir más música nacional aunque sea con nuestros conocidos. Así abriremos puertas para que mejores músicos surjan y no perdamos la esencia que nos caracteriza.
Costa Rica es música, no podemos olvidarnos de ello.
Nota desarrollada por:
• Josué Choso
• Gloriana Rodríguez
• Ian Barquero
No hay comentarios:
Publicar un comentario